TRABAJO
NRO. 3
LA
PRODUCCIÓN
DEL CONOCIMIENTO LOCAL
La producción del conocimiento local fue
escrito como tesis para su doctorado en Ciencias Humanas, mención en Ciencias
Políticas (Instituto Universitario de Pesquisas de Rio de Janeiro, 1997).
Dentro del amplio ámbito de las ciencias sociales en Bolivia, utilizando este
libro como escenario, podríamos localizar dónde escribe Tapia examinando sus
(posibles) vínculos con Zavaleta. Ahí, hay dos senderos que vinculan la obra de
Tapia con la de Zavaleta: el primero es referencial; el otro, digamos,
conceptual y programático. Por un lado, referencialmente, como una constante
diseminada a lo largo de su producción intelectual, Tapia ha indicado o se ha
referido frecuentemente a la obra de Zavaleta y, más directamente, le ha
dedicado ensayos como sus “La pasión histórica del conocimiento y la política.
Por otro lado, conceptual y programáticamente, les sería común
el “nacionalismo de izquierda”, como localiza Cerruti a Tapia leyendo su Autonomía moral e intelectual en la política,
y que Zavaleta también frecuentó al tratar “lo nacional popular”. Aunque, a primera
vista, lo conceptual primaría en esta perspectiva, pues se trata de pensar cómo
se producen los conocimientos (sociales) locales, no hay que olvidar que todo
ello implica un compromiso político de ahí lo de programático, el de un
marxismo (“izquierda”) atento a los procesos locales (“nacionalismo”).
Este libro de Tapia es seguramente el más minucioso y preciso
completo trabajo sobre la obra de René Zavaleta Mercado. Es un detallado viaje
por toda la obra zavaletiana, desde sus escritos juveniles hasta su inacabado Lo nacional popular en Bolivia. Todo
Zavaleta está aquí: sus libros, sus múltiples y dispersos ensayos y artículos
periodísticos, en fin, todo lo encontrarle de su producción intelectual.
También están las condiciones contextuales sociales, culturales que entornaron
cada una de las etapas que transitó.
Hay varias etapas en este recorrido, “esferas de conocimiento”,
las denomina Tapia. En todas ellas, Zavaleta está estrechamente ligado con su
entorno socio histórico. No piensa solo, se diría, piensa junto a otros
pensadores, piensa junto a los activos actores y hechos sociales de los que es
o se considera parte o cómplice. Piensa históricamente, digamos; pero, nos
precisaría Tapia, siempre y cuando por “historia” entendamos no una mera
sucesión (cronológica) de hechos, sino, más bien, la producción de relaciones
entre esos hechos, sean estos pensamientos individuales o, llamémoslos así,
“actos colectivos de conocimiento”.
Pese a la imagen, no se trata,
ciertamente, de una representación. Esa propuesta permite caracterizar la
manera cómo Zavaleta produce conocimientos. Al respecto, lo que hace
Tapia es reconocer las diversas esferas que ha vivido y recorrido Zavaleta, qué
varios núcleos ha frecuentado durante su vida, hacia qué periferias ha
avanzado, qué contactos relaciones ha reconocido y qué sospechas o propuestas
acerca del conjunto ha producido, en un proceso cognoscitivo donde,
ciertamente, el tiempo y el espacio se suponen mutuamente o, mejor dicho, donde
los tiempos y los espacios se suponen mutuamente y, en este caso, convergen en
ese inquieto pensador que fue Zavaleta.
Hay tres momentos Capítulos en este primero
La producción del conocimiento local donde esta posición de Tapia es
clara y explícitamente perceptible; tres momento ajenos, en cierta forma, al
análisis de la obra de Zavaleta “ajenos”, sólo en la medida que Tapia ya no
está “leyendo” directamente a Zavaleta sino examinando sus alcances. Uno de
estos momentos es la valoración del pensamiento marxista zavaletiano ante las
formas más actuales, contemporáneas, de marxismo. Segundo la comparación,
Zavaleta sale positivamente diferenciado y valorado. En la misma vena, Tapia
confronta el alcance de los (algunos) conceptos zavaletianos con otros
análogos, producto del llamado “pensamiento posmoderno”.
Al leer a Tapia es imposible no
reconocerle un mérito que acompaña su detallado y análisis de la obra de
Zavaleta: el dinámico enriquecimiento de los conocimientos propuestos por ese
pensamiento. Zavaleta tiene, sin duda, un lugar ganado denominado “el
pensamiento social boliviano”; pero, al leer a Tapia, uno se da cuenta que se
lo había tratado como un conjunto de categorías más o menos fijas, quietas,
casi inmóviles, en fin, por definidas y por definir, se podría decir cerradas
en sí mismas.
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